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Periodismo de Emergencias y catástrofes. La gestión de crisis.

Una breve exposición de motivos

Mi intención al abrir este espacio de conversación es compartir e intercambiar conocimientos sobre los métodos más adecuados para gestionar la información en situaciones de crisis en el que es, probablente, el entorno que más desestructuración social genera. Esto es: las emergencias y las catástrofes.

En los últimos 8 años he venido gestionando, junto a otros periodistas, desde el gabinete de prensa de Madrid 112, la información de las emergencias y catástrofes que se han ido sucediendo en la Comunidad de Madrid (España). He pasado por experiencias como los atentados terroristas del 11-M, Leganés, grandes incendios forestales como el del Monte Abantos, y toda suerte de emergencias naturales y tecnológicas.

Mi primera aportación girará entorno a la narración de las tragedías. Sin duda, algún lector, sobre todo si está vinculado al mundo de la Comunicación, podrá decirme que lo que ahora voy a exponer le suena. No va a ser un razonamiento completamente original, en su esencia novedoso. Es una suerte de mortero fruto de la refundición de ideas procedentes de varios especialistas en Teoria de la Comunicación mezclado con la experiencia de quienes me precedieron en la gestión de la información de emergencias, entre los que no puedo dejar de destacar la polivalente figura de Cesar Pérez de Tudela, Alpinista y periodista, responsable durante 8 años del Gabinete de Prensa de la Dirección General de Protección Civil o la de Rosa García, Ex-jefe de Relaciones externas de la Policía Municipal de Madrid.

¿Porqué a los Medios de Comunicación les atraén las tragedias?

Según un reciente estudio de las universidades Complutense, Navarra y Pompeu Fabra, las televisiones españolas dedican más de un 20% en sus informativos a la crónica de sucesos.
Desde mi punto de vista, el relato social tiene como principal finalidad la reproducción de la propia sociedad y sus estructuras. En ello emplean sus esfuerzos los Medios de Comunicación Social institucionalizados a la hora de Producir la Comunicación. Esa comunicación social se convierte en un auténtico ritual informativo del cual se hacen coparticipes todos los asistentes a la «celebración» desde su posición de audiencia. Un ritual en el que no es tan importante lo que se dice que cómo se dice. El oficiante, el mediador, debe ser capaz de poner en escena con soltura la información respetando las formas, ritmos, maquetas y estructuras. Es el ritual en sí lo que atrae al ciuadadano porque en el mismo se siente participe de un integrador proyecto común, dentro de una estructura que le unifica y le hace solidario del proyecto social común. Pero no sólo esta gratificación, ya de por sí poderosa, atrae a las audiciencias sino el hecho de comprobar, una y otra vez que, pese a las continuas tragedias que desestructuran el normal funcionamiento social, las instituciones «salvadoras» son de nuevo, una y otra vez, capaces de derrotar al «monstruo» y de poner orden en el caos. De cada desgracia surgen nuevos desastres a un ritmo vertiginoso. Sin que la audiciencia se haya repuesto de una tragedia, ya le llaman a la puerta para mostarle una nueva que otra vez será vencida por la organización social. Es por tanto, en este ritual de la destrucción y la reconstrucción, donde debemos englobar la comunicación en situaciones de crisis. Es aquí por lo tanto, donde debemos valorar la importancia de la Comunicación en emergencias y catástrofes como elemento de cohesión y sustento de la reproducción social.

El Periodismo de Emergencias es una herramienta fundamental para hacer frente a las crisis emergentes