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¿Estás preparado para un invierno «durísimo»?
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Hipernovedad e hiperdesequilibrio. La imperiosa necesidad de readaptarnos
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COVID 19. 5 aprendizajes para enfrentar el siguiente brote
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34 segundos de telediario igual a 10 mascarillas menosá
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La Canonja. Cómo manejar el Normal Chaos

¿Estás preparado para un invierno «durísimo»?

“El invierno va a ser durísimo…nos tenemos que preparar”.  Estas palabras de la ministra de defensa Margarita Robles resuenan en mi cabeza desde hace 24 horas. Y lo hacen porque provienen no sólo de la máxima responsable del ministerio de defensa sino que, además, hoy por hoy el CNI depende de ella.

Coinciden sus palabras con una nueva amenaza de corte temporal del gaseoducto Nord Stream 1 cuyo anuncio ha vuelto a disparar el precio del gas en el mercado y con él, el de la luz.

Y me preocupan estas palabras porque me llevan a plantearme qué información sensible que desconocemos tiene al respecto Defensa y el CNI. Cuando la ministra habla de que el invierno será durísimo no puedo por menos que recordar que, si los incendios forestales se apagan en invierno, la crisis energética, económica y social que se avecina deberíamos apagarla en verano. Pero el verano se acaba.

La prevención y la anticipación (los que venimos del mundo de las emergencias y la gestión de crisis lo tenemos muy claro) es esencial en la mitigación de riesgos. Y estoy convencido de que la ministra, rodeada como está de militares, cuando habla de preparación no está hablando sólo de que recortemos nuestro gasto energético. Pero, aunque no fuera así, mapear todos los posibles escenarios de riesgo para este invierno es esencial.

Cómo prepararse

Una sociedad preparada es una sociedad más segura. Definir los posibles escenarios de riesgo y preparar planes de contingencia es pues vital en esta situación. Sin embargo, esto no puede reducirse a plantear políticas de ahorro energético. Debemos ir más allá. ¿Qué podría ocurrir? ¿Hasta donde puede llevarnos el racionamiento energético? ¿Cómo debemos actuar en nuestros hogares? ¿Qué alternativas al gas tenemos para calentarnos? ¿Qué riesgos existen? ¿Podría haber cortes de luz o desabastecimiento? ¿Cómo nos preparamos? ¿Cómo actuar de una forma racional y solidaria? ¿Cómo brindarnos apoyo mutuo?

España y los españoles dimos un ejemplo de solidaridad y responsabilidad durante la crisis del COVID-19. También lo hicimos con la borrasca Filomena, el volcán de La Palma, o la crisis de los refugiados ucranianos. Sin embargo, no podemos dejar que los ciudadanos improvisen en un escenario tan duro como el que anticipa Robles. Es preciso liderar y empezar a actuar para formar e informar a los españoles porque Papá Estado, si se lía de verdad, no podrá llegar a todas partes.

Y tú, ¿estás preparado?

Hipernovedad e hiperdesequilibrio. La imperiosa necesidad de readaptarnos

Hace ya 7 años que vengo defendiendo la teoría de que la hiperconectividad que conlleva la 4ª
revolución industrial nos ha conducido a una hipervulnerabilidad que nos pone en riesgo no
sólo a los individuos, sino al conjunto de los actores sociales y a todas las cadenas de valor.
Mis primeras reflexiones iban en la dirección de un individuo convertido en una suerte de
ciborg hiperconectado en virtud de las extensiones móviles como lo describiría la
ciberantropóloga Amber Case. La conexión tecnológica ampliaba exponencialmente las
posibilidades de conexión y en teoría coadyubaría al retorno al ágora griega ¡Qué ilusos
éramos en el 2010! Muchos abríamos cuenta en Twitter entusiasmados por la potencialidad de
una red que favorecía la conversación y compartir las más novedosas ideas con tus iguales al
otro lado del mundo.

La hipernovedad que nos embriaga

Durante un tiempo la novedad, o mejor dicho, la hípernovedad de portar en nuestra extensión
móvil la conexión en tiempo real con el mundo nos fascinó y embriagó. De repente el mundo
parecía cambiar. Twitter parecía convertirse en la espina dorsal de la autocomunicación que
diría el profesor Manuel Castells. El lugar ideal donde la comunicación no precisaba ser
mediada para ser consumida. El espacio donde asistíamos al Real Time de la vida y en el que
éramos coproductores de esa comunicación en tiempo real.

Pero con la hipernovedad contemplamos incrédulos la llegada de viejos riesgos convertidos
ahora en auténticas amenazas sociales, económicas y políticas, todas ellas hipertrofiadas. Las
redes sociales se iban a convertir en el espacio ideal para desarrollar las guerras híbridas.
Twitter y Facebook se constituyeron en el espacio ideal para la manipulación masiva de una
población que pasó de estar informada a través de los medios de comunicación profesionales
(por supuesto cada uno con sus sesgos editoriales) a redes donde consumir bulímicamente
toneladas de información que, en muchos casos, no sólo nos infoxicaba, sino que era pura
desinformación, auténticos bulos. Todo ello sumado a algoritmos que reforzaban las cámaras
de eco.

La basura informativa era teledirigida por los Estados o los partidos políticos empleando
granjas de bots. Luego llegó Cambridge Analítica y las elecciones presidenciales americanas de
2016. Un episodio que sirvió para que a muchos se nos cayera la venda de los ojos
definitivamente.

Bien es cierto que ya en 2011 los servicios de emergencia españoles fuimos los primeros en
darnos cuenta de la que se nos venía encima con los bulos. Razón por la que promovimos los
primeros en la UE el movimiento de los VOST, Voluntarios digitales en emergencias. Más tarde
llegaron el resto de cazadores de bulos.

Pero incluso con ello, seguíamos fascinados por haber roto la barrera de la comunicación. La
hipernovedad nos había cegado. Por supuesto, por aquel entonces no habíamos oído ni hablar
del principio de la valla de Chesterton. La idea de que no deberían aplicarse reformas a un
sistema hasta entender la lógica que hay detrás de su estado actual. El primero en describirla
fue G. K. Chesterton en 1929.

Estábamos totalmente cegados por el brillo de un mundo en red totalmente globalizado donde
la información recorría el orbe en segundos, pudiendo ser testigos y protagonistas al mismo
tiempo desde nuestro smartphone. Deberíamos ser escépticos con soluciones nuevas a

problemas de antaño, sobre todo si la novedad va a ser difícil de revertir si en un futuro
cambias de opinión. A ver quién es el valiente que apaga el móvil más de 24 horas.

La autolisis del lactante

Hablamos de la misma globalización que nos llevó a ceder nuestras cadenas de producción en
pos del ahorro de costes, la maximización de beneficios, de espalda a los altos costes sociales,
políticos y sobre todo ecológicos que ponen en riesgo a una sociedad obsesionada con el
crecimiento y el consumo desaforado.

Hemos vivido obsesionados con los beneficios a corto plazo sin darnos cuenta de que se
trataba de un juego de suma cero donde ese beneficio al corto marca la cuenta atrás de
nuestra autodestrucción como especie. De hecho, esta paradoja del lactante a la que se refiere
Heather Heying en su obra Guía del Cazador Recolector para el Siglo XXI, nos sitúa en este
minuto en la mayor de nuestras contradicciones como especie a lo largo de la historia.

El grave desequilibrio global, consecuencia de una tierra enferma a la que esquilmamos de
forma sistemática, conllevó el desarrolló de una pandemia presumiblemente originada por una
zoonosis generada por la intervención humana. Es lo que tiene la destrucción de ecosistemas.
(Una sola tierra, una sola salud). Al menos así nos lo han contado. El relato alternativo es que
el virus surgió de un laboratorio en Wuhan. Es indiferente. La mano del hombre está en
cualquier caso en el origen. A partir de ahí, nuestra hiperconectividad se encargó de diseminar
en horas/días el COVID-19 por el mundo.

Las tensiones geopolíticas de un mundo que ya estaba en guerra híbrida con anterioridad no
hicieron más que exacerbarse con la guerra de Ucrania y ahora con el enfrentamiento
americano y chino. Y ahí estamos sin saber qué nos deparará la actual crisis en Taiwán.
El mundo transita dopado informativamente camino del colapso. La sociedad no lo quiere ver.
Los Estados tratan de ocultarlo para que no cunda el pánico y probablemente para seguir
ensanchando la brecha entre los más pobres y los más ricos que, por supuesto, ahora lo son
más. Hasta Alphabet se está encargando de borrar las cuentas y alterar sus algoritmos para
que desaparezcan los youtubers que hablan de ello. Youtubers a los que la legislación va a
cercenar su libertad de expresión, sacrosanto derecho fundamental consagrado en nuestra
Constitución. Artículo 20 para quien no lo recuerde.

El mundo camina decidido y a paso firme hacia su autodestrucción. Me auto corrijo. Sapiens
camina a paso decidido hacia su autodestrucción, quizás a su extinción. Hemos roto el
equilibrio ecológico y hemos proliferado en exceso. La tierra va a corregir ese desequilibrio
ecológico y nosotros le estamos echando un pulso que sólo podemos perder.

Somos como un bebé incapaz de dejar de mamar de la teta aunque sepamos que esa misma
leche que nos satisface al corto nos matará poco después. Sino, ¿cómo se explica que después
de lo vivido con el COVID, y ante la crisis energética que ahora padecemos, retrocedamos
sobre nuestros pasos y abracemos con entusiasmos el retorno al carbón y a la energía nuclear?
La hipernovedad nos está matando, no la hiperconexión. Embrujados por la hipernovedad
muchos esperan fascinados la llegada de la web3 y el metaverso sin valorar cuáles serán los
nuevos riesgos asociados y si habrá posible vuelta atrás. Nos zambulliremos de cabeza en la
novedad olvidando que, al tiempo, destruimos el mundo real que nos nutre.

Hipernovedad e hiperdesequilibrio

Abandonamos el campo. Asfixiamos a nuestros agricultores y ganaderos. Apostamos por el
abandono de la tierra y nos concentramos en la ciudades. Rompemos el equilibrio ecológico y
nuestros montes arden en incendios de sexta generación que superan cualquier capacidad de
extinción. Prohibimos con normas absurdas que los vecinos limpien el monte o colocamos
vallados que impiden que los lobos se extiendan y, como especie apical que son, regulen la
cadena trófica.

La hipernovedad no es otra suerte de cosa que el hiperdesequilibrio ecológico. Y erramos al
tenernos por super poderosos. No podemos cambiar las leyes universales. Sólo somos simios
violentos con tecnología. El sistema acabará por autorregularse. La pregunta es si aún llegamos
a tiempo. La respuesta debería pasar por no seguir auto-engañándonos y prepararnos ya para
adaptarnos al proceso de autorregulación al que nos conduce el planeta.

Nuestros abuelos poseían hace 100 años las habilidades que se van a requerir ahora y que no
eran otra cosa que pura adaptabilidad (genoma + cultura). La cultura voló en pos de la
especialización que ya criticaba Ortega y Gasett. El problema es que se vive muy cómodo con
aire acondicionado, internet y vuelos transoceánicos. El planeta no va a esperar a quien que no
se quieran readaptar. Necesitamos sapiens generalistas y no especialistas

¿Estás listo para escuchar al planeta y preparado para readaptarte? La buena noticia es que si
lo haces ya aún llegarás a tiempo. La mala es que si te pones mañana probablemente sea muy
tarde para ti y quizás para todos.

Es un juego de suma cero que nadie puede ganar.

COVID 19. 5 aprendizajes para enfrentar el siguiente brote

Decía Luis Villarroel, ex jefe de bomberos de la Comunidad de Madrid “todo lo que te puedes imaginar en materia de protección civil acaba ocurriendo, pero peor” Era 11 de marzo de 2004 y llegó el 11M. Nadie lo vio venir. Nadie. Todos mirábamos hacia otro lado. ETA. Tenía que ser ETA”, decían. 

Afortunadamente, en este caso se cumplió otro adagio que llevaba recitando machaconamente José María Rodríguez, director de desarrollo de Madrid 112 ¨Lo que funciona en el ordinario puede funcionar en el extraordinario si se escala de forma adecuada. ¡Puf! Menos mal, porque fue eso precisamente lo que nos salvó y permitió ordenar de forma casi modélica la respuesta a una catástrofe sin precedentes en España; la que a la postre se convirtió en el atentado terrorista más grave de la historia de Europa. Los servicios de emergencia de Madrid y de la Comunidad estaban preparados y entrenados, sus protocolos de actuación dispuestos. Se ejercitaban constantemente para responder a cualquier tipo de emergencia y ese día, con el apoyo de todos los madrileños, demostraron su capacidad para ordenar el caos. Que de eso va una catástrofe.

Pero, ¿Cómo es posible que en esta ocasión no se haya respondido con la misma eficacia a nivel nacional?

Repasemos algunas cuestiones esenciales a la hora de prepararse para enfrentar riesgos.

1. Mantener actualizado el catálogo de riesgos. No se trata de un entretenimiento al que se dedican los frikis de las crisis. De nada sirve auditar las amenazas en un Estado o en una empresa si, tras señalar las mismas, no tratamos de mitigar su probabilidad en lo que se pueda (obviamente ha de medirse el coste/beneficio teniendo claro que el riesgo cero no existe). Y es un grave error no prepararde forma adecuada nuestros planes de contingencia para tratar de neutralizar cuanto antes los riesgos cuando mutan a crisis.

En este caso, la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 señala a las pandemias como uno de los riesgos más destacados y dice: Reducir la vulnerabilidad de la población a los riesgos infecciosos cuando es factible (por ejemplo, mediante la vacunación), la probabilidad de introducción de riesgos infecciosos (por ejemplo, mediante el control e inspección de mercancías en frontera), así como la probabilidad de transmisión interna de enfermedades (por ejemplo, mediante buenos programas de prevención y promoción de la salud o buenos sistemas de saneamiento) es fundamental para minimizar los riesgos y su posible impacto sobre la población”.

Y hasta ahí, porque nada se hizo después. 

Aprendizaje. Hay que actualizar de forma constante el catálogo de riesgos y después actuar.

2. La estandarización de la respuesta en crisis. Me imagino que la mayor parte no sabe ni de qué hablo, pero tranquilos que es sencillo. Un ejemplo arrojará luz.

¿Cómo pueden cooperar dos servicios de bomberos distintos si acuden a una misma intervención dándose apoyo mutuo? ¿Es posible compartir agua de sus autobombas? Sí, lo es. Y lo es porque en su día se decidió compartir el mismo tipo de racor para conectar las mangueras. El famoso racor Barcelona. Esto tan básico salva vidas. La estandarización y la interoperabilidad de la respuesta en crisis y emergencias es una gran asignatura pendiente no sólo en España (y más aún con 17 comunidades autónomas) sino en la UE y a nivel internacional ¿En qué posición ha quedado en esta crisis el Mecanismo Europeo de Coordinación en Emergencias? Pensemos que sin un plan adecuado y sus correspondientes protocolos todo será improvisación. ¿Habrá que confinar? ¿Tendremos EPIs? ¿Qué EPIs? ¿Con qué homologación? ¿Y las UCIs? ¿Necesitaré más respiradores? ¿Cómo movilizo recursos humanos? ¿Y qué haré con los cadáveres? Y así hasta el infinito.

Si no planeas, protocolizas y estandarizas, vas a improvisar, y cuanto más improvises, más gente morirá.

Pero vayamos más allá. La estandarización en la respuesta debe llegar también a las empresas. Que levanten la mano quienes tenían preparados sus planes de contingencia para enfrentar esta pandemia: quizás algunos sectores regulados; quizás algunas infraestructuras críticas y…ya. 

La UE debería legislar para obligar a las empresas medianas y grandes a tener planes de continuidad de negocio. Más aún. Igual que deben contar con un DPO (delegado de protección de datos) para garantizar el cumplimiento de Reglamento Europeo de Protección de Datos, deberían contar con responsables de gestión de riesgos.

Aprendizaje. La UE debería tomar cartas en el asunto y, mediante una directiva, fijar ya sólidos estándares de respuesta en emergencia empezando por las pandemias. Para estados y empresas.

 

3. ¿Quién debe coordinar? «Estamos ante una crisis de salud pública luego debemos coordinar los sanitarios” Esa afirmación que hemos oído hasta la saciedad como una verdad revelada a la que nadie se atreve a cuestionar, ¿Es seguro la mejor solución en esta crisis? Por supuesto que está en cuestión, en primer término, la salud de la población, como lo puede estar en una explosión de una industria química con emisión de sustancias tóxicas, o en un accidente de un avión con decenas de fallecidos. Por cierto, en el accidente de Spanair (2008) el control de las operaciones lo tuvo AENA en vez de los servicios de emergencia y así nos fue. Tras aquel desastre informativo el Plan de Emergencia Aeroportuario en Barajas cambió. Ahora en la coordinación de un accidente estarían los servicios de emergencia del ayuntamiento de la capital o de la Comunidad de Madrid, dependiendo de dónde se produjera el siniestro. Zapatero a tus zapatos.

Pero, ¿Quién es realmente aquí el zapatero? ¿el Ministerio de Sanidad? ¿Las consejerías de Salud de las Comunidades autónomas? Estamos ante una crisis de una complejidad infinita que no puede ser abordada y dirigida desde la óptica reducida, aunque importantísima, de los responsables sanitarios. Debe optarse, en mi opinión, por expertos en gestión de crisis y riesgos con visión sanitaria, logística, económica, geopolítica, … ¿Quién entonces? España cuenta para ello con el Consejo de Seguridad Nacional y la infraestructura del DSN (Dirección de Seguridad Nacional), desaparecidos en esta crisis y sustituida por una infraestructura improvisada en Moncloa. Por cierto, cuando el Consejo de Seguridad Nacional gestiona una crisis debe contar en la misma con la participación en la gestión de las comunidades autónomas afectadas. Así se recoge en el Art 22.2 de la Ley de Seguridad Nacional.

Y con respecto a las comunidades autónomas, debería haberse tomado la dirección desde las consejerías que tienen atribuidas las competencias en protección civil que es donde se encuadra la coordinación y el personal especializado en gestionar crisis yemergencias de todo tipo. Es curioso que, sin embargo, el Estado sí activó como brazo armado a la UME, uno de los claros éxitos de gestión.

Aprendizaje. En medio de una crisis procura no improvisar órganos de gestión. El caos estará garantizado

 

4. Garantiza la cadena de suministros. Es algo esencial desde que el mundo es mundo y el hombre se enfrenta a todo tipo de guerras, crisis y conflictos. Vamos, un básico. Si debilitas o rompes la cadena de suministros en la retaguardia probablemente ganes la guerra. 

Supongo que no hace falta que recuerde los miles de sanitarios contagiados y ancianos muertos por no contar con EPIs o entregar equipos inadecuados ¿Qué decir de la falta de respiradores o de tests homologados? Los ciudadanos han muerto por miles o se han infectado por esto. 

Afortunadamente no ha pasado lo mismo con los suministros esenciales para los hogares. En esto sí somos fuertes. 

Aprendizaje. Ni en la administración, ni en las empresas debería volver a permitirse roturas de suministros como la vivida. Anticiparse y contar con una reserva estratégica y una sólida cadena de suministros diversificada es vital.

5. La buena comunicación de crisis no se improvisa. Se ha escrito ya mucho sobre la gestión de la comunicación de esta crisis y en general muy acertado. Pero en el fondo todo se resume en lo que ya he señalado. Cuando no se anticipa; no se identifican riesgos; no se protocoliza; no se entrena y no se dota a los equipos de infraestructura humana y material, el tiempo de ordenar el caos se alarga de forma sustancial. Lo mismo ocurre con la comunicación. La buena comunicación de crisis no se improvisa. Debe ser planeada, entrenada, sistematizada y debe contar con los mejores profesionales y portavoces al frente. Aplicar aquí criterios marketinianos acabará por profundizar en la incertidumbre de la población, la desconfianza y el descrédito. Cuando un ciudadano no confía en aquellos que deben conducirle para su protección del punto A al punto B, acaba por refugiarse en la negación y en la infodemia; en la infoxicación y la desinformación. Y en ese punto, el siguiente paso sólo tiene como destino el abismo.

Aprendizaje. Una población informada es una población segura. Una población infoxicada y desinformada es una grave amenaza para sí misma

34 segundos de telediario igual a 10 mascarillas menosá

34 segundos en en el Telediario en prime time. Dos personas por medio de comunicación. 4 televisiones que acuden a las puertas de una residencia psiquiátrica. 8 profesionales de la comunicación y al menos dos puntos de directo. Fue ayer ¿Hora? 18 horas.

Una cámara que intenta acercarse todo lo que puede a la puerta del Cottolengo del Padre Alegre (repleto de casos de COVID 19) hasta que se le pide que se vaya a la acera de enfrente ¿La respuesta? “Si es sólo para coger unos recursillos”. Era la primera cámara que lo intentaba. A partir de ahí se corta en seco y todos a la acera de enfrente. Fue necesario dedicar dos policías locales a impermeabilizar la zona. Total 10 mascarillas y el consiguiente riesgo de contagio. Por cierto, en cada coche de los medios viajaban, mínimo, dos personas.

Esta mañana de domingo Javier del Pino, en A Vivir que Son dos Días de la Cadena SER, le preguntaba a Ramón Lobo si es necesario que algunas televisiones manden a sus reporteros a hacer directos sólo para decir que han estado allí, cuando al final el periodista está entrando con la información que le dan desde la redacción. Desde luego éste fue el caso. Nadie hizo declaraciones, las que había ya las había hecho la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid a través de agencia.

No voy a discutir si los medios de información son un servicio esencial. Lo son. No voy a reclamar medidas tan estrictas como las que vimos en China. Afortunadamente somos una democracia y el derecho a la información veraz está recogido, como derecho fundamental en el artículo 20 de nuestra Constitución. Pero, ¿dónde está su límite? Mientras millones de ciudadanos deben solidariamente quedarse en casa sin ir a sus puestos de trabajo para evitar que el virus siga avanzando, los grandes medios de comunicación exponen a sus profesionales a coberturas, en algunos casos innecesarias. Y no cuestiono que la noticia de lo ocurrido en el Cottolengo del Padre Alegre lo sea. Ni siquiera que no debamos tener imágenes de las tareas de los servicios de emergencia trabajando en el lugar. Lo que cuestiono es si, en las actuales circunstancias, no deberíamos plantearnos el cómo ¿No es posible otro tipo de periodismo?

Quizás es tan fácil como que los medios de comunicación pongan en el centro también la seguridad de sus profesionales, las familias de estos y la de todos nosotros. ¿Dónde están los sindicatos y la asociaciones profesionales?

Quizás es el momento de pactar coberturas en pull para reducir el número de periodistas en las calles y obtener, de igual modo, los testimonios que se precisan para recoger los diferentes ángulos de la noticia.

Quizás es el momento de reforzar a las agencias de información.

Quizás es el momento de reflexionar y pensar si es sano un Breaking News de 24horas seguidas durante semanas.

Quizás no es necesario que estemos encerrados 24 horas al día conectados a una televisión que nos repite en bucle una información que incrementa nuestra ansiedad. Puntos de directo en los que se distribuye información de agencia que se completa con testimonios de profesionales sanitarios claramente sobrepasados, pero carentes de la visión general del cuadro.

Quizás esto no es periodismo sino alarmismo.

Quizás. Sólo quizás. Pero mientras nos lo planteamos Italia nos sigue anunciando un futuro oscuro.

Entre tanto, sigamos entretenidos, con los puntos de directo.

Por cierto periodistas con mascarillas FPP2 mientras sanitarios y guardias civiles pelean con FPP1.

La Canonja. Cómo manejar el Normal Chaos

Ha pasado demasiado poco tiempo para aportar certerzas. Sólo sabemos un puñado de hechos ciertos y contrastados: una gran explosión en una importante industria en el polo químico más importante de Cataluña y de España. En el momento de escribir este post, 3 personas fallecidas y varios heridos (algunos graves). Un plan de emergencia activado en un nivel 2 al no registrarse una nube tóxica y una pieza metálica de una tonelada que voló a casi 3 kms de distancia provocando la muerte de un vecino. Pero frente a esos hechos, una emergencia que ha sorprendido a todos y que, sin embargo, entra dentro de lo plausible. Los planes de emergencia deberían predecir (seguro que lo han hecho) el riesgo ahora convertido en grave desgracia.

Sin embargo, es del todo punto imposible (al menos hoy en día) contar con el algoritmo que hubiera previsto que esa pieza metálica haya impactado justo en el lugar que lo hizo. Es, como diría el profesor Marynissen, el caos, el normal caos de crisis y emergencias. De hecho, nadie puede descartar, por ejemplo, que la pieza hubiera impactado, por ejemplo, en otro punto del polígono provocando una emergencia aún mayor. Hasta aquí lo impredecible.

Todo lo demás debería entrar en los márgenes de lo que un gestor de emergencia debe ser capaz de manejar para ordenar el caos lo antes posible. Porque, al fin y a la postre, de esto va la gestión de emergencias y de crisis, de ordenar el caos.

Por lo tanto, deberíamos ser capaces de anticipar una parte importante de los escenarios de riesgos y sus factores agravantes. Deberíamos poder contar con ágiles procedimientos de respuesta operativa y comunicacional. Hago aquí un inciso para reconocer que tanto los servicios de emergencia de la Generalitat como la AEQT (Asociación de la Industria Química de Tarragona) y buena parte de las industrias en su seno, llevan años preocipándose y ocupándose de todo esto.

Sin embargo, deberíamos ser conscientes de la quiebra de confianza que se ha producido entre los vecinos del entorno. Recuperarla es capital ahora para todos. Hacerlo pasa por poner en el centro de todo a los trabajadores del polígono y a los vecinos haciendo un ejercicio de máxima transparencia. Es preciso dotarse de procedimientos y herramientas comunicacionales que, en tiempo real, entreguen certezas a todos. Esto no va de decir que se hizo lo que se tenía que hacer. Va de mostrar y demostrar a los vecinos que la próxima vez seremos más rápidos y eficaces ordenando el caos.

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