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La tecnología móvil. Hacia una nueva estrategia de comunicación en desastres

Según el último informe de la Federación Internacional de la Cruz Roja de 2015, cada vez es más relevante el papel de los agentes locales (particulares, voluntarios, organizaciones no gubernamentales, empresas, grupos religiosos o gobiernos, por citar sólo algunos) trabajando en primera línea en situaciones de crisis o dirigiendo iniciativas de reducción del riesgo de desastres. Las redes de comunicación local y el desarrollo de nuevos sistemas de comunicación como las redes sociales, que conviven con canales esenciales de información tradicional como la radio, se sitúan en la base de una eficaz estrategia de prevención y comunicación en desastres. Y como base de todo ello, el teléfono móvil considerado por muchas comunidades locales  como una prioridad. Tal es así, que en países como Kenia, una de cada 5 personas renuncia a comer o a poder pagar el autobús para financiar su crédito en llamadas.

La telefonía móvil se ha convertido en un auténtico pilar en el que asentar la política de comunicación en desastres. Ya lo es en los países más avanzados donde los planes de comunicación en emergencias ponen cada vez más énfasis en los canales sociales. En países como España o Reino Unido el 80% del acceso a las redes sociales se hace desde smartphones.

Podríamos pensar que en los países en vías de desarrollo aún estamos muy lejos de estas cifras. Sin embargo, el último informe de Cruz Roja no deja dudas sobre la necesidad urgente de cambiar la estrategia de comunicación en desastres. “Las personas pobres y vulnerables entienden mucho más rápido que las organizaciones internacionales humanitarias que la tecnología tiene un importante papel que desempeñar en sus vidas. Al invertir en la tecnología, encuentran soluciones que les hacen la vida más fácil y más segura”, señala el informe.

Los grandes players mundiales

Algunas de los grandes players como Google o Facebook se han dado cuenta del momento de oportunidad que para ellos se abre desarrollando acciones que faciliten la ayuda en desastres. Ya lo hizo Google con Google Crisis Response y Google Finder, y también lo hemos visto con el Safety Check de Facebook en terremotos como el de Nepal o el de Ecuador.

En zonas del mundo como África o Asia del Sur asistimos a incrementos de un 20% anual de usuarios de telefonía móvil. De hecho, las personas con bajos o medianos ingresos tienen mucha más facilidad en acceder a un móvil que a agua potable o un suministro fiable de electricidad, según el informe de Cruz Roja. Esta situación conlleva una menor dependencia de estas comunidades de la ayuda exterior y permite que surjan redes locales y conexiones globales. Obviamente, esto debe generar nuevos modelos de relación y de intervención en materia de comunicación en desastres porque la tecnología está transformando la capacidad de individuos y comunidades para organizarse e informarse en situaciones de emergencia.

Cómo diseñar una nueva estrategia nacional de comunicación en desastres

Los gobiernos de los países en vías de desarrollo tienen ante sí un gran reto. En muchos casos, no han sido aún capaces de desarrollar una  eficaz política de comunicación en desastres a través de los canales tradicionales, cuando el escenario ya ha cambiado.

Poder enfrentar el nuevo reto va a requerir de una planificación adecuada y ésta, como no puede ser de otra forma, debe partir de una evaluación real sobre la implantación de los diferentes canales de comunicación en las comunidades locales y del análisis de los procesos de comunicación que se están produciendo en su seno y también en el exterior.

Conocido y evaluado el escenario, podremos empezar a actualizar los planes de prevención y comunicación en desastres. Para ello, sería buena tomar como modelo y adaptar las lecciones aprendidas de aquellos países donde el cambio tecnológico ha llegado antes y, por lo tanto, fueron los primeros en actualizar su metodología de comunicación. Estados Unidos será una referencia, como lo son países como Japón, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, España, Francia o Bélgica, estos últimos con sólidas experiencias vinculadas a atentados yihadistas.

Las redes sociales y sus riesgos.

El teléfono móvil e internet lo está cambiando todo en comunicación. Países africanos donde no existía una red bancaria han encontrado una salida al problema en la banca móvil. Por la red llega información sincrónica sobre qué acontece en un desastre. Sin duda un hecho revolucionario, pero junto a la misma recibimos una gran cantidad de ruido en forma de rumores y fakes.

Los servicios de emergencia del mundo se reconocen incapaces por si sólos para luchar contra el fenómeno. Sin embargo, la red se revela como una especie de horno autolimpiable. Iniciativas mundiales como los equipos VOST de voluntarios digitales en emergencias, los Crisis Mappers u otras como Verily ayudan a poner un poco de cordura en el caos informativo.

Pero si en los países más desarrollados aún queda mucho por hacer para luchar contra las noticias falsas en esta llamada era de la post verdad, imaginemos lo que aún queda por construir en el resto del mundo. Los países más avanzados ya disponen de voluntarios VOST, pero en LATAM, por ejemplo, sólo hay en Panamá, Ecuador y El Salvador.

La pregunta, por lo tanto, no es ¿Cuándo la tecnología obligará a cambiar la estrategia de comunicación en desastres en los países más pobres? La pregunta es ¿Porqué no se cambia radicalmente el enfoque en la estrategia de comunicación?