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Los heraldos del terror transmedia

El periodismo es mostrar lo que pasa. Y además, aunque no se quiera ver, es una guerra. Asimétrica, pero una guerra. Pero es un nuevo modelo de guerra. Es una guerra basada en una narrativa transmedia y eminentemente digital como expliqué en mi post anterior.

Es un nuevo formato de guerra en la que ellos ponen lo soldados, nosotros los muertos, y la difusión y la propagación del terror va de nuestra cuenta. No de parte de los medios de comunicación, que son un actor más, sino de todos. De cada uno de los ciudadanos que, mediante nuestras extensiones móviles, retransmitimos en streaming lo sucedido. De hecho, es mejor para sus intereses la contribución de los ciudadanos en la primera hora que la del periodista, porque es en real time. Es sincrónico, a escala planetaria, descontextualizado, anárquico, sin marco. Se parece más a la experiencia de un vídeo juego tipo Call of Duty. Lo de menos son los periodistas. Cuando ellos llegan, ya es tarde. Son si acaso secundarios en la estrategia planificada. Cuando la prensa llega, el horror ya se ha extendido. Lo hemos divulgado entre todos. Lo vimos en París, Niza, Bruselas, Berlín, Manchester. Y lo hemos visto en Barcelona. Si acaso cuando la prensa llega y publica fotos horripilantes retratando la realidad, sólo es una más, y no la primera, en mostrar el horror. Afortunadamente en este caso poniéndole marco. La diferencia pues entre esta guerra y una tradicional es que en este lado de la trinchera somos incapaces de localizar la del enemigo. Y no lo vamos a lograr hasta que nos demos cuenta de que el Daesh no es un ejército. Es como dice Javier Lesaca, una narrativa. Es pues ésta una guerra que sólo podrá ser ganada si se aborda con una estrategia poliédrica, en donde la comunicación es un vértice esencial. Los medios deben entenderlo. Los gobiernos también. Pero sobre todo los ciudadanos. Si no lo hacemos, el futuro es incierto.

Respecto a la publicación de imágenes de las víctimas

Es un viejo debate en el ámbito periodístico difícil de librar en el gremio. No soy partidario de compartir imágenes de ese tipo en las que se les reconozca. Pero al final, ética cada uno tiene la suya, y en las normas que nos da el Estado de Derecho debemos convivir todos. Creo más en convencer que en vencer. Creo más en buscar salidas negociadas y consensuadas que garanticen el máximo respeto hacia las víctimas y el ejercicio libre del derecho de información. Ambos son derechos fundamentales del mismo peso recogidos en los artículos 18 y 20 de nuestra Carta Magna. La intimidad, la imagen y el honor de las víctimas debe respetarse porque así lo establece la legislación vigente, pero lo medios tienen el derecho y la obligación de informar. Eso no significa, por supuesto, que valga todo. Hoy la publicación de un supuesto primer plano del terrorista causante del atropello en un digital me reafirma en ello y debe ser denunciada. Faltaría más.

Conculcar la ley no sale gratis y hay numerosas sentencias que lo demuestran. Pero lo que está claro es que, mientras nos entretenemos en debates y nos enredamos en tribunales, el Daesh va ganando la partida con ayuda de todos (ciudadanos y medios). Somos sus mejores heraldos. Los heraldos del terror transmedia.