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Yihadismo y periodismo. El tratamiento de las imágenes en las tragedias

Los últimos atentados yihadistas de Bruselas nos ponen de nuevo ante la realidad de la cobertura periodística, la publicación de imágenes captadas por testigos de la tragedia con sus teléfonos móviles, y compartida sincrónicamente en Twitter, Facebook o YouTube. Y a la zaga de ellos los periodistas contactando, a ojos de todos, con estos testigos para solicitarles permiso con el fin de usar las capturas en sus medios. Alguno se echara las manos a la cabeza porque la prensa emplee imágenes tan escabrosas, pero en el fondo no se se trata de una práctica tan extraña. Estoy harto de ver, en mis 30 años de ejercicio profesional, como los periodistas de sucesos solicitaban a los testigos y vecinos de cualquier tragedia fotos de los protagonistas del relato, la víctima, sus familiares o el supuesto homicida. Nadie pedía la foto del suceso sencillamente porque esta no existía. Pero millones de cámaras dispuestas a registrarlo todo ahora lo hacen posible.

En los atentados terroristas del 11M en Madrid eran muy pocos los móviles con cámara y no existían las redes sociales. De haber existido, ¿alguien duda de que Twitter se hubiera visto inundado de fotos captadas por los propios testigos o algún herido? De ser así, hubiéramos visto incluso vídeo en streming y desde luego los periodistas hubieran intentado hacerse con esas imágenes para documentar la tragedia. Nos guste o no, habría ocurrido así.

Lo verdaderamente nuevo es que, ahora, el supuesto “periodismo ciudadano”, en el que no creo, convierte a cada persona en su propio editor en jefe. Eres tú mismo quien decide qué está bien o mal publicar. No hay un consejo de redacción que lo filtre. De hecho, hoy en día, ni los periodistas están sometidos a tal filtro. En medio de una tragedia, el acceso a la web social les permite (al menos hipotéticamente) tomar la decisión individual de publicar directamente sin filtro que se lo impida.

¿Cómo actuarán en un futuro yihadistas y medios?

Ante un escenario como este me planteo lo siguiente. Hipotéticamente, los propios terroristas pueden, en cualquier momento, tomar la decisión de retransmitir en directo su matanza ¿Cómo evitaremos entonces que millones de personas compartan la propaganda del terror? ¿Podrán los medios resistir la tentación de hacerlo? Y los nuevos players (Twitter, Facebook, Google-YouTube) ¿qué actitud tomarán? Al fin y al cabo ellos son los nuevos editores de noticias.