34 segundos de telediario igual a 10 mascarillas menos

34 segundos en en el Telediario en prime time. Dos personas por medio de comunicación. 4 televisiones que acuden a las puertas de una residencia psiquiátrica. 8 profesionales de la comunicación y al menos dos puntos de directo. Fue ayer ¿Hora? 18 horas.

Una cámara que intenta acercarse todo lo que puede a la puerta del Cottolengo del Padre Alegre (repleto de casos de COVID 19) hasta que se le pide que se vaya a la acera de enfrente ¿La respuesta? “Si es sólo para coger unos recursillos”. Era la primera cámara que lo intentaba. A partir de ahí se corta en seco y todos a la acera de enfrente. Fue necesario dedicar dos policías locales a impermeabilizar la zona. Total 10 mascarillas y el consiguiente riesgo de contagio. Por cierto, en cada coche de los medios viajaban, mínimo, dos personas.

Esta mañana de domingo Javier del Pino, en A Vivir que Son dos Días de la Cadena SER, le preguntaba a Ramón Lobo si es necesario que algunas televisiones manden a sus reporteros a hacer directos sólo para decir que han estado allí, cuando al final el periodista está entrando con la información que le dan desde la redacción. Desde luego éste fue el caso. Nadie hizo declaraciones, las que había ya las había hecho la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid a través de agencia.

No voy a discutir si los medios de información son un servicio esencial. Lo son. No voy a reclamar medidas tan estrictas como las que vimos en China. Afortunadamente somos una democracia y el derecho a la información veraz está recogido, como derecho fundamental en el artículo 20 de nuestra Constitución. Pero, ¿dónde está su límite? Mientras millones de ciudadanos deben solidariamente quedarse en casa sin ir a sus puestos de trabajo para evitar que el virus siga avanzando, los grandes medios de comunicación exponen a sus profesionales a coberturas, en algunos casos innecesarias.

Y no cuestiono que la noticia de lo ocurrido en el Cottolengo del Padre Alegre lo sea. Ni siquiera que no debamos tener imágenes de las tareas de los servicios de emergencia trabajando en el lugar. Lo que cuestiono es si, en las actuales circunstancias, no deberíamos plantearnos el cómo ¿No es posible otro tipo de periodismo?

Quizás es tan fácil como que los medios de comunicación pongan en el centro también la seguridad de sus profesionales, las familias de estos y la de todos nosotros. ¿Dónde están los sindicatos y la asociaciones profesionales?

Quizás es el momento de pactar coberturas en pull para reducir el número de periodistas en las calles y obtener, de igual modo, los testimonios que se precisan para recoger los diferentes ángulos de la noticia.

Quizás es el momento de reforzar a las agencias de información.

Quizás es el momento de reflexionar y pensar si es sano un Breaking News de 24 horas seguidas durante semanas.

Quizás no es necesario que estemos encerrados 24 horas al día conectados a una televisión que nos repite en bucle una información que incrementa nuestra ansiedad. Puntos de directo en los que se distribuye información de agencia que se completa con testimonios de profesionales sanitarios claramente sobrepasados, pero carentes de la visión general del cuadro.

Quizás esto no es periodismo sino alarmismo.

Quizás. Sólo quizás. Pero mientras nos lo planteamos Italia nos sigue anunciando un futuro oscuro.

Entre tanto, sigamos entretenidos, con los puntos de directo.

Por cierto periodistas con mascarillas FPP2 mientras sanitarios y guardias civiles pelean con FPP1.