Foto incendio Valencia

Anticipar riesgos ¿Es inútil en una sociedad en permacrisis?

Hace unos días asistí al observatorio de riesgos del Institut Cerdà. La verdad es que me quedé muy sorprendido por las cosas que allí dijeron los ponentes estamos hablando de directivos de empresas del Ibex como Nedgia, Enagás, Caixabank y también de Mercamadrid.

El caso es que en el análisis de los riesgos que planteaba el Institut Cerdà y que, en el fondo era muy parecido al resultado de la encuesta que ha hecho este año el Global Risk Report de WEF, me encontré con un planteamiento a la hora de prevenir los riesgos y de anticiparlos cuanto menos sorprendente.

Daba la sensación de que los allí presentes tiraban la toalla y consideraban que, en un escenario como este de policrisis o permacrisis, (de máxima incertidumbre), con la complejidad de la situación en la que nos encontramos (afectados por la teoría del caos) es prácticamente imposible anticipar ningún escenario de riesgo y prepararse para mitigarlo.

Comentaban que durante muchos años hemos estado intentando identificar los escenarios de riesgos y que, en el actual contexto, es inútil seguir trabajando en eso. Que es mejor trabajar en fortalecer la resiliencia de las empresas a través de tener procedimientos operativos que sean capaces de dar continuidad al negocio, a las operaciones y a la prestación de los servicios a su cadena de valor, al menos durante unos días, unas horas o unas semanas más.

Es decir, me llevé la impresión de que, al fin y al cabo, en un escenario complejo de máxima incertidumbre y falta de control, las empresas no tuvieran ninguna capacidad de fortalecerse, de anticipar riesgos.

No prepaparse siempre es peor

Desde mi punto de vista creo que es un error. Es cierto que no hay dos crisis iguales. Es cierto que los procedimientos y los protocolos, aunque sean similares, han de adaptarse a la realidad de los hechos. Pero como decía el mariscal de campo alemán,  Helmuth Karl Bernhard von Moltke (y hay que acudir de vez en cuando a los clásicos) “ningún plan resiste al contacto con el enemigo”.

Pero seamos serios, no tenerlos es mucho peor.

Podemos añadir las reflexiones de Ya Sun Zi en El Arte de la Guerra. “Quienes son capaces de planear la victoria desde el templo, antes de empezar los combates, lo deben a sus completos y esmerados preparativos. Si presagian la derrota es porque aún no tienen planes ni preparativos adecuados en las condiciones para la victoria son insuficientes. Quienes planeen, se preparen por completo y cuenten con las condiciones adecuadas, podrán triunfar. Quienes no dispongan de planes y preparativos, o los tengan deficientes y en condiciones insuficientes, sufrirán pérdidas. Aquí ya no es necesario hablar de aquellos que no hayan hecho planes, ni preparativos y no posean condiciones favorables alguna. Cuando observo las cosas, basándome en estos cálculos, sé de quién será la derrota y quién el triunfador.”

Pues bien, los militares o los que provenimos del mundo de las emergencias lo tenemos claro. Sin ellos la planificación, la anticipación y el entrenamiento, la gente muere en mucho mayor número. ¿Os es que alguien cree que en el incendio de Valencia, no habría habido muchas más víctimas  sin protocolos de actuación, sin procedimientos operativos, sin sistemas de anticipación de riesgos que nos permitan identificar todo tipo de escenarios de riesgos? Por muy virulento e imprevisible que fuera la evolución del fuego, de no haber contado con todo estos, ten por seguro que aún hubiera habido muchos más fallecidos y entre ellos algunos bomberos.

Como me decía hace años, Luis Villarroel, (por entonces Jefe de Bomberos de la Comunidad de Madrid) “Todo lo que imaginas que puede ocurrir en protección civil acaba ocurriendo, pero peor”. Y nuestra obligación como gestores de crisis es imaginar esos escenarios por muy complejos e improbables que parezcan para tratar de mitigarlos y prepararnos cuando acaben constituyéndose en una crisis o catástrofe.

Es evidente que en una crisis, en la que es imposible predecir las respuestas y los comportamientos al cien por cien de los grupos de interés con los que tú estás interrelacionado. Sin embargo, tener inteligencia de contexto (comprender las interacciones íntimas que se producen en la cadena de valor) y obtener la inteligencia y las motivaciones que llevan a unos y otros a tomar sus decisiones, hacen que, en un escenario en el que nadie tenga información, el tuerto sea el rey.

Grandes retos que hemos de predecir.

Comprender la complejidad de los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad, con el cambio climático a la cabeza,  la crisis energética  y la crisis medioambiental, debería llevar a las compañías a entender que el sistema capitalista está poniéndonos ante un reto realmente complejo que va a llevar a replantear el modelo de sociedad.

Mirar para otro lado (Don´t look up),  intentar aguantar un poco más, extraer un poco más, ganar más dinero durante un poco más de tiempo, no solventa los problemas. De hecho, seguramente lo que va a hacer es agravarlos.

Es cierto que algunos escenarios pueden ser completamente irresolubles. Si vas hacia un colapso va a ser casi un sálvese quien pueda, pero no deja de ser sorprendente que las grandes compañías, (en muchos casos utilities, sistémicas e infraestructuras críticas) prefieran mirar para otro lado, no anticipar riesgos como si lo que está ocurriendo no tuviera que ver con ellas y no fuera consecuencia de los comportamientos que en los últimos 200 años ha tenido occidente en su conjunto con Estados Unidos y Europa a la cabeza. ¿O ya nos hemos olvidado de las políticas coloniales extractivistas.

Igual de sorprendente me parece que quienes elaboran estudios como el Global Risk Report o el Observatorio de Riesgos del institut Cerdà lo hagan a través de encuestas que  promueven y responden las mismas corporaciones y empresas que están detrás de la generación de la crisis climática global. Es decir, las grandes corporaciones que financian estos estudios y que promueven la agenda 20-30.

Creo que los graves retos que enfrenta la humanidad necesitan de nuevos liderazgos y probablemente de análisis serios y científicos en los que metodologías  como la cliodinámica, que desarrollan científicos como Peter Turchin, tienen mucho que decir sobre los escenarios que son predecibles a través del estudio de los comportamientos históricos. Ciencia basada en millones de datos que nos puede dar una idea de que, en franjas de entre 60 y 100 años, vamos a tener crisis ineludibles.

De hecho, en esta década de los 20s, según Peter Turchin, nos enfrentamos a un posible colapso derivado de lo que denomina la bomba de la riqueza debido a la pauperización de la sociedad, a un mayor enriquecimiento de la clase dominante y a una sobreproducción de élites.

Es decir, de esos hijos de las clases dirigentes que, bien formados, sin embargo, no encuentran sillas  disponibles para ocupar las posiciones que les dijeron sus padres que iban a ocupar en el seno de esa clase dominante. Es por ello, que se van a convertir en contra-elites como, por ejemplo, es el mismo Donald Trump apoyado por un  partido republicano que se está radicalizando y se enfrenta al establishment representado por Joe Biden.

Situación parecida también aquí en España que nos debería poner en guardia y no servir como excusa a las grandes corporaciones de este país para decir que la situación que enfrentamos es impredecible y, por lo tanto, ellos se lavan las manos y lo más que van a hacer es fortalecer sus sistemas operativos y procedimentales para mantener la continuidad del negocio.

Mientras tengan la capacidad de seguir enriqueciéndome extrayendo y generando negocio seguirán haciéndolo. Si realmente fuéramos capaces, y lo somos en buena medida, de anticipar qué escenarios se van a producir, la solución debería pasar por cambiar el modelo.

¿Deberíamos decrecer?

Probablemente deberíamos decrecer como plantean científicos como Antonio Turiel o Fernando Valladares a quiénes recientemente citó la propia reina Letizia, poniendo de moda el concepto de decrecimiento en España.  O como se ha planteado el propio Parlamento Europeo hablando de la necesidad de decrecer en un mundo limitado.

Nos enfrentamos a un escenario que pone en cuestión nuestra propia continuidad como especie sobre el planeta aparte de una extinción masiva de especies.  Retos mayúsculos a los que, de una forma u otra, vamos a tener que enfrentarnos queramos o no hoy.

De hecho, me ha sorprendido por ejemplo que en el Global Risk Report las predicciones a 10 años sean tan catastróficas y que la reacción de las grandes corporaciones y las élites sea mirar para otro lado como si nada hubiera que hacer. Eso sí, todo se resuelve con tecno-optimismo. Con desarrollos tecnológicos que, por supuesto, no son tales. Con creencias cuasi religiosas. Como si la ciencia y la tecnología nos fueran a salvar cuando la el mal uso de la ciencia y la tecnología es realmente el que  nos está abocando a nuestra propia desaparición como especie.

Por lo tanto, creo que es hora de llamarle a las cosas por su nombre. Tiempo de quienes han generado el problema no miren para otro lado y ayuden a buscar las soluciones reales. Pero claro eso va en contra de la propia lógica del crecimiento infinito de la riqueza capitalista. Va en contra de los propios intereses de las élites que se enriquecen, que favorecen migraciones masivas, que pauperizan a la propia población y que aumentan su nivel de riqueza condenando a sus propios hijos a convertirse en contra-elites como hemos visto en muchos momentos de la historia de la humanidad.

Elites que nos llevan a una situación de colapso y de enfrentamiento interno que amenaza con  acabar con una reducción poblacional global muy elevada y que irá acompañada, como lo ha hecho en otros momentos de la historia, de graves problemas de salud pública y de pauperización para la población. Grave crisis global con epidemias asociadas cuyo primer aviso hemos vivido todos con el COVID-19 ¿O ya lo hemos olvidado?

Así que como diría Antonio Turiel, todo normal y bien.