Riesgos

De la sociedad del riesgo a la sociedad auto protegida

Vivimos en un mundo de constantes cambios y transformaciones en los que la seguridad y la protección no pueden darse por garantizadas. Lo hemos constatado con el COVID-19 que nadie vio venir o con la Borrasca Filomena con la que los ciudadanos tuvieron que poner lo mejor de sí mismos para ayudar al Estado a que todos recuperásemos la normalidad cuento antes.

La emergencia de nuevas y complejas amenazas, la incertidumbre y la imprevisibilidad de los riesgos, junto con las limitaciones económicas y sociales que sufre en la actualidad la mayoría de los Estados, contribuyen a incrementa las amenazas de esta  la Sociedad del Riesgo, que ya definió en su famoso  libro Ulrich Beck.

Las crisis económicas, sociales y medioambientales, junto con las catástrofes naturales o los conflictos armados, han demostrado que el Estado no siempre puede garantizar la seguridad de los ciudadanos. En estos casos, la única alternativa es que los propios ciudadanos se vuelvan más responsables y autónomos en su autocuidado y auto-protección.

Es cierto que en países como España nos hemos acostumbrado en los últimos decenios a contar con servicios de emergencia y seguridad bien dotados y profesionalizados que en el día a día dan un servicio de calidad a los ciudadanos. Todos esperamos que con una llamada al 1-1-2 la administración nos arregle el problema. Esto es así en el ordinario, pero cuando la situación se desborda, no hay ningún servicio de seguridad o emergencia en el mundo que pueda parar la avalancha de agua que supone la rotura de una presa. Espero que se entienda el símil.

Por lo tanto, es fundamental que los ciudadanos tomen conciencia de que no pueden depender exclusivamente de terceros para resolver los problemas y enfrentar las crisis. El auto-cuidado y la auto-protección se convierten en una necesidad y en una obligación, además de una forma de colaborar con la protección colectiva.

Nuestra seguridad es también responsabilidad nuestra

Así, es crucial que la población se forme y se informe sobre cómo actuar en situaciones de emergencia, cómo prevenir situaciones riesgosas o de crisis, cómo preparar sus hogares familias o negocios para hacer frente a situaciones adversas, y cómo colaborar con los servicios de seguridad y emergencia en los momentos de crisis.

La responsabilidad individual en la auto-protección es clave para hacer frente a la Permacrisis y para reconstruir una sociedad más resiliente. En este sentido, es importante recordar que la auto-protección no significa abandonar a los más vulnerables, como los ancianos, los enfermos o los niños, sino garantizar su protección de forma coordinada y solidaria. Es esencial por tanto que todos y cada uno de nosotros nos convirtamos en primeros intervinientes. A veces nos hace falta saber mucho. Al menos saber llamar al 1-1-2 y entender cómo podemos ayudar a desencadenar de forma eficaz la respuesta emergente. A veces saber cómo no empeorar nuestra situación y la de los demás. Pero si nos preocupamos un poco más, qué importante sería, que aprendiésemos todos juntos a ser más resilientes.

En conclusión, la sociedad del riesgo impone una nueva forma de entender la seguridad y la protección. En ella, ciudadanos y gobiernos deben trabajar juntos para construir una sociedad más resiliente, y eso implica que cada uno de nosotros debe ser consciente de que su propia protección y seguridad son su responsabilidad, tanto para su bienestar como para la protección de aquellos que están a su alrededor. La protección de aquellos a los que más queremos. En el fondo es pura supervivencia.