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Innerarity Fail. La transparencia sí es una exigencia política

«El Poder es el privilegio de la mirada. Quienes lo ejercen quieren pactar en secreto para facilitar el acuerdo. Hacer visible la vida del político encorseta sus declaraciones«. Son palabras del filósofo bilbaíno, Daniel Innerarity el pasado 28 de mayo en una jornada organizada por +democracia y presentada por su coordinador de contenidos, Joan Navarro. Por supuesto, no comulgo con ellas y sí con otras muy brillantes, pronunciadas por el mismo filósofo, en el Centro de Estudios políticos y constitucionales. Y no lo hago porque su análisis parte de la tesis de que la transparencia que se va instalando por efecto de la era digital es una moda perjudicial para el buen gobierno.

Una afirmación que Innerarity une a otra igual de sorprendente según la cual la participación es mínima pero la mirada máxima. A esto añade que el público se ha convertido en mirón desde los medios. Cuando escucho cosas como estas no puedo dejar de pensar en el esquema de la guerra fría que se derrumbaba ante mis ojos cuando en la universidad asistía a la caída del muro de Berlín. En 1989 sólo unos pocos podían ser conscientes del cambio social que iba a propiciar internet. Y menos aún intuían que podía conllevar una sociedad en red empoderada.

Innerarity, magnífico filósofo, comete en mi opinión un error básico analiza el actual panorama político con la mirada del S XX. No ha buceado en la nueva realidad que suponen las redes sociales porque, de ser así, sabría unas cuantas cosas esenciales que cualquiera de los millones de usuarios de Twitter en España podría explicarle (ahora mismo el 41% de los internautas españoles es usuario activo en Twitter según Trecebits).

La jerarquîa en el control de la información ha cambiado 

Twitter se ha convertido en el Canal que conecta todos los medios y no es, como el señala, más imagen que información profunda. Su vitalidad y sincronía ha sido, en mi opinión, determinante en muchos de los acontecimientos sociales y políticos de los últimos años.

 

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Joan Navarro presenta a Daniel Innerarity

Es cierto que hasta las llegada de las redes sociales los Gatekeepers clásicos controlaban los procesos informativos. Ahora los medios buscan en la lonja de Twitter las tendencias que conforman su agenda diaria. Pero en Twitter, cierto es, no todos somos iguales. Los Gatekeepers son los nodos de conexión de mayor notoriedad y notabilidad. Según datos del barómetro político de Sentisis, 20.000 personas hablan a diario de política en la red. Ellas dirigen la conversación.

Podemos sabía todo eso. Sus líderes habían estudiado sin duda el libro de Manual Castells, Comunicación y Poder, que en 2008 predecía la repercusión de la sociedad en red y de la auto comunicación. Esto unido a la herencia de la experiencia del 15M, donde 600.000 tweets propiciaron el cambio político al que asistimos, explica el poder de una red que algunas fuerzas políticas y algunos filósofos aun no entienden.

Como ni siquiera conocen informaciones tan sorprendentes como las que aporta el reciente estudio de la Univ Carlos III que señala el paralelismo de la conversación en Twitter durante las últimas elecciones andaluzas y los resultados de las mismas.

Para comprender, señor Innerarity, la sociedad digital es necesario hoy en día estar en Twitter. Comprenderá entonces porqué la transparencia, como señala José Antonio Llorente en su libro El Octavo Sentido, le guste o no, es una exigencia de nuestro tiempo. Las organizaciones están sometidas al escrutinio y la publicidad de nuevos stakeholders, algunos instalados en su seno. Aquellos que no sean éticamente transparentes desencadenarán un proceso autolítico. Las nuevas fuerzas políticas lo entendieron hace tiempo. Esa es su ventaja.